En una mañana marcada por el rigor del debate y la ausencia de confrontación política, los exlegisladores Gilberto Cisneros y Raúl Tello, junto al periodista Ex Asambleísta Henry Moreno y la periodista Beatriz Constante, protagonizaron un diálogo poco común en los tiempos actuales de polarización: una conversación serena, técnica y profundamente crítica sobre la propuesta del presidente Daniel Noboa de convocar a una nueva Asamblea Constituyente para redactar una nueva Carta Magna.
El encuentro, transmitido por Radio Mía en su segmento Bis a bis, se enmarca en la campaña previa al referéndum y consulta popular del próximo mes de noviembre, en el que los ecuatorianos deberán pronunciarse sobre la posibilidad de reformar la Constitución de 2008 —la vigésima en la historia del país— y otras medidas relacionadas con seguridad, justicia y estructura del Estado.
“No necesitamos otra Constitución, sino voluntad política”
Raúl Tello, exasambleísta nacional por Pastaza, fue contundente desde el inicio: “He expresado públicamente, como lo hice también en 2008, mi oposición a una nueva Constitución”. Su argumento se sustenta en una observación histórica: los países latinoamericanos con más constituciones —República Dominicana (32), Venezuela (29), Haití (24) y Ecuador (20)— son también los que enfrentan mayores niveles de pobreza, inseguridad y desigualdad. En contraste, naciones como Estados Unidos (una sola Constitución desde 1787, con 27 enmiendas), Colombia (dos) o México (tres) han logrado estabilidad institucional y atraer inversión extranjera sin recurrir a refundaciones constantes del orden jurídico.
“¿Qué cambió tras la consulta popular del año pasado? Nada”, cuestionó Tello. “Ahora se dice que se necesita una nueva Constitución, pero el presidente no ha señalado un solo artículo que le impida gobernar. Esto es narrativa tras narrativa, mientras el país se hunde en todos los frentes”.
Cisneros: “La Constitución no es perfecta, pero el problema está en su aplicación”
Gilberto Cisneros, quien participó como asambleísta constituyente en Montecristi en 2008, reconoció críticas válidas al texto actual: “Está un poco vieja de tanto uso”. Señaló, por ejemplo, el artículo 251, que establece gobiernos regionales autónomos pero nunca se ha implementado, y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, al que calificó como “un cuerpo extraño que ha hecho daño a la democracia”.
Sin embargo, Cisneros rechazó la idea de que el origen de los males del país sea la Constitución en sí. “El problema no está aquí —dijo, señalando simbólicamente el texto—. El problema está en el sistema de justicia, en los jueces y fiscales que aplican un código penal para unos y otro para otros”. En su opinión, lo urgente no es redactar una nueva Carta Magna, sino reformar el aparato judicial con mecanismos de evaluación independientes, incluso con la participación de organismos internacionales como la ONU o la OEA.
Riesgos concretos: educación, salud y fondos amazónicos
Ambos exlegisladores advirtieron sobre riesgos reales si se aprueba una nueva Constituyente. La gratuidad de la educación hasta el tercer nivel, garantizada en el artículo 347, podría quedar fuera del nuevo texto. “Ya hay voces que dicen que el Estado no puede sostener la universidad pública gratuita”, alertó Tello. “Y el presidente Noboa acaba de sugerir que jubilados de la Seguridad Social usen el sistema público de salud. ¿Para qué aportamos, entonces?”.
Cisneros, por su parte, puso el foco en los derechos territoriales y económicos de la Amazonía. Recordó que los artículos 249 y 250 de la Constitución actual sustentan la Ley Amazónica y el Fondo de Desarrollo Regional, del que los gobiernos han extraído recursos en múltiples ocasiones. “Si desaparece esa base constitucional, desaparece la posibilidad de que los alcaldes hagan parques, mantengan cementerios o construyan alcantarillados con fondos propios de la región”, advirtió.
Un llamado a la ciudadanía: “No voten como borregos”
En un momento de rara coincidencia entre dos figuras de trayectorias distintas —Cisneros votó por Noboa; Tello no—, ambos coincidieron en un llamado ético a la ciudadanía: informarse, analizar y no dejarse llevar por caudillos o consignas simplistas. “Debemos inteligenciar al pueblo”, dijo Cisneros. “No se trata de ir a votar porque lo dice el político de turno, sino de entender qué se está poniendo en juego”.
Tello fue aún más directo: “Desgraciadamente, en Ecuador somos sentimentalistas. Dejamos que nos lleven por un ‘taita presidente’. Eso no es democracia; es sumisión”.
Más allá de la politiquería
A diferencia de muchos debates políticos en la región, el diálogo en Radio Mía evitó los ataques personales y se centró en el análisis institucional. Henry Moreno, exasambleísta nacional y hoy periodista, moderó con equilibrio, mientras Beatriz Constante, coconductora, guió la conversación con preguntas precisas que permitieron desentrañar tecnicismos constitucionales sin perder claridad.
Al final, Cisneros citó a Velasco Ibarra: “Si quieren cambio, empiecen por cambiar ustedes mismos”. Y Tello cerró con una frase que resume el espíritu del encuentro: “El problema no lo soluciona Noboa, Correa, Bukele ni Trump. Lo solucionamos nosotros, con trabajo, inversión y voluntad”.
En un país donde la desconfianza en las instituciones alcanza niveles récord, este tipo de conversaciones —serenas, informadas y centradas en lo colectivo— son, más que un lujo, una necesidad urgente.

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